Coser: bienestar, fuerza y transformación

Coser: bienestar, fuerza y transformación

Durante mucho tiempo, la costura fue vista como una tarea doméstica, algo menor, asociado a lo frágil o lo femenino. Pero la historia —y la ciencia— han demostrado que coser es mucho más que eso: es una práctica que potencia la mente, calma el cuerpo y empodera a quienes la practican.

Hoy queremos compartir contigo dos beneficios comprobados por la ciencia y reflexionar sobre la lucha de las mujeres costureras por la visibilización y el valor de su trabajo.


1. Coser mejora la salud mental y reduce el estrés

Diversos estudios en psicología y neurociencia han demostrado que las actividades manuales repetitivas, como tejer, bordar o coser, reducen significativamente los niveles de ansiedad y estrés.

Según un estudio publicado en el Journal of Occupational Therapy, realizar trabajos manuales que requieren atención y ritmo constante activa zonas del cerebro relacionadas con la concentración plena, lo que genera un efecto similar al de la meditación.
En palabras simples: coser nos devuelve al presente.

Mientras las manos trabajan, la mente se calma. La respiración se vuelve más lenta, el pulso se regula y se genera una sensación de satisfacción y logro.
Por eso tantas personas dicen que coser les “hace bien al alma”.
No es solo una frase: está científicamente comprobado.


2. Coser mejora la autoestima y la función cognitiva

La costura no solo relaja: también estimula el cerebro y fortalece la autoestima.
Investigaciones de la British Journal of Occupational Therapy señalan que la planificación de una prenda —desde elegir el textil hasta lograr una buena terminación— implica razonamiento espacial, resolución de problemas y toma de decisiones creativas.

Cada proyecto terminado libera dopamina, el neurotransmisor del placer, y refuerza la autoconfianza. Por eso, coser es también una herramienta de empoderamiento: cuando una persona ve lo que es capaz de crear con sus propias manos, cambia la forma en que se percibe a sí misma.


El valor de la costurera: una historia de resistencia

A lo largo de la historia, las mujeres costureras han sostenido con su trabajo silencioso gran parte de la industria textil mundial.
Desde los talleres domésticos hasta las fábricas, la aguja fue durante siglos una herramienta de sustento y autonomía económica, especialmente para mujeres que no tenían acceso a otros oficios.

Sin embargo, ese mismo trabajo fue muchas veces invisibilizado o subvalorado, etiquetado como “manualidad” o “tarea femenina” en lugar de reconocerse como el arte técnico y creativo que es.

Hoy, en pleno siglo XXI, el movimiento de revalorización del oficio textil busca devolverle a la costura su verdadero lugar: una práctica profesional, artística y profundamente humana.
Cada puntada es una forma de resistencia, de independencia y de expresión.


Coser es una forma de transformación

En Manos a la Aguja lo vemos todos los días: quienes se sientan frente a una máquina o una aguja no solo aprenden una técnica, se transforman.
Ganan confianza, paciencia, orgullo y una conexión nueva con el valor del tiempo y de sus propias manos.

Por eso decimos que coser no es frágil: es poderoso.
Es arte, es oficio y también es bienestar.


Hoy 14 de octubre, ¡Muy feliz Día de la Costurera a todas en todo el mundo!
A las que cosen en sus casas, en talleres, en escuelas o en silencio.
A las que transforman una idea en prenda, un trozo de tela en abrigo, y su oficio en libertad.

Porque cada puntada cuenta una historia —y la tuya también merece ser celebrada.

 

Con cariño Patricia Ovalle.

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